11 (XI) Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B – Junio 17 de 2018
Dios se preocupa de sembrar el Reino
Temas: El Reino de Dios, puede abordarse desde las promesas y
acompañamientos que ha hecho el Señor, pues Él siempre nos ha dirigido su
Palabra; puede verse desde las realidades de pecado que obstaculizan el
crecimiento del Reino pero no su destrucción, o puede verse la mano misteriosa
de Dios que hace crecer un Reino nuevo en el cual anidan todas las aves.
Ez 17, 22-24: El texto forma parte de todo el capítulo 17 que
presenta la alegoría del águila. Está
dividido en tres partes, cada una introducida por la referencia “la
palabra de Yahvé me fue dirigida en estos términos…”: la alegoría en
forma poética (1-10), la explicación de la alegoría (11-21) y la nueva
alegoría, en forma de poesía, sobre la restauración del país. Su comprensión
supone el conocimiento de todo el capítulo 17 y de la realidad histórica que lo
origina. El asedio de Babilonia “País de
comerciantes” que bajo la mano de Nabucodonosor “el águila grande”, entorno al 598 toma prisionera la clase
dirigente de Judá con el rey Joaquín y lo deporta “tomó la copa del cedro. Arranco la más alta de sus ramas”… más o
menos, 10 años más tarde, el rey que Babilonia había puesto (Sedecías) buscó la
ayuda militar de Egipto (“la otra águila grande”),
esta noticia despertó la esperanza de los desterrados en Babilonia. Ezequiel,
el profeta, contrario a este acuerdo anunció la destrucción de Judá, que
aconteció en el 587, junto con este anuncio anuncia en una nueva alegoría la
restauración del país (vv. 22-24) usando los mismos términos. Dios tomará también de la clase dirigente, de
la línea de la realeza un ramo para plantar y crear un nuevo reino, El anuncio
desborda la realidad del momento histórico
y alcanza a épocas futuras de sabor mesiánico: un “cedro magnífico”, que da fruto, y bajo sus ramas moran toda clase
de aves, y los demás árboles (reyes) sabrán del poder de Dios.
Salmo (92) 91: El salmo es una acción de gracia que ofrece desde la
experiencia personal una oración dando respuesta a la suerte de los malvados y el éxito magnífico de los
justos quienes vienen comparados a la palmera y a los cedros, permanecen firmes
dando testimonio que en Dios no existe la maldad. Oración muy apropiada para
ver que la victoria definitiva es de Dios.
2 Cor 5, 6-10: San Pablo hablando de la responsabilidad del ministerio
invita a no desfallecer (4,1) e invita a mantener el buen ánimo (5,6)
subrayando que la confianza es una de
las virtudes en el camino de la fe, llamados a la plena seguridad, a obrar de
forma que agrademos a Dios, pues al final de la vida tendremos que comparecer
ante su tribunal para recibir lo merecido durante la vida mortal. El reino se
construye más allá de la realidad histórica.
Mc 4, 26-34: El Evangelio, de hoy, nos narra dos parábolas, La
parábola de la semilla que crece por sí sola (vv. 26-29) y el grano de mostaza
(vv. 30-34), que sirven para ilustrar el crecimiento y misterio del Reino de
Dios. La primera evidencia la fuerza irresistible e imparable de la acción
misteriosa de Dios que lleva a la perfección, a la cosecha, es Dios quien da
crecimiento. La segunda establece el contraste entre el inicio casi
insignificante y el resultado esplendoroso al final.
Dios hace crecer el Reino a pesar de las contradicciones históricas
En la historia de la salvación
siempre nos hemos encontrado con la dicotomía entre el aparente éxito de los
malos y la suerte de los justos. Dios ha dirigido su Palabra y ha mantenido su
caminar con el pueblo para hacerlo crecer, incluso, allí, cuando las
circunstancias históricas parecían desmentir su acción. Este es un llamado a la confianza y a mantener la fe.
1. ¿El mal contradice las promesas de Dios? El exilio, el
destierro, la difícil situación de perder todas las seguridades, e incluso el
mal vivido en carne propia pueden crear pensamientos y posturas de desánimo o
incertidumbre frente a creer en Dios o seguir esperando en sus promesas. Todo
parece gris y tambalearse. El aparente
éxito de los malos nos cuestiona. No perder la esperanza ni la fe, la respuesta
está dada en las lecturas: asegurar la soberanía absoluta de Dios, buscar la
respuesta en la propia vida y no en la de los demás (Salmo) y hacer de esa realidad
oración de gracias, así mismo mantener la seguridad y confianza en la fuerza
misteriosa del poder de Dios y saber que todo apunta a un final victorioso. No
olvidar que caminamos guiados por la fe, y que debemos esforzarnos en agradar a
Dios en todo momento, las cuentas definitivas solo se conocen al final.
2. Un grito a la Esperanza. Las realidades difíciles de nuestra
vida y de nuestros pueblos latinoamericanos en todo su devenir histórico y
social son una invitación a aprender a confiar amorosamente en Dios. Dios está
de lleno acompañando a su pueblo, nos habla y nos orienta a través de sus
servidores, los profetas del hoy.
No hay que desesperar, la
semilla del Reino tiene una fuerza y dinámica propia que hace que crezca
misteriosamente allí donde humanamente pensamos que todo está perdido. Como nos
ha dicho el Papa en tantas ocasiones: “no
nos dejemos robar la esperanza”. Donde hay un hombre con esperanza, hay
posibilidad de futuro. Usted y yo somos hijos de Dios mantengamos encendida la
luz de la esperanza aunque la realidad histórica difícil pretenda desmentir
nuestra esperanza y anuncio. La victoria de nuestro Dios.
3. Comprender el misterio del Reino, de la Iglesia. La vida de
seguimiento o vivencia del Reino viene comparada de manera genial al ámbito
agrícola: semilla, grano de mostaza, árboles, Cedro – noble y silvestre,
palmeras, tierra, espiga, grano, fruto, hortalizas, ramas, aves. Todo nos habla
de procesos, etapas, espera, colaboración entre el misterio y el trabajo del
hombre, pero al final siempre la cosecha.
Este es un llamado a ser
discípulos misioneros de Jesús, mientras tengamos vida en este cuerpo busquemos
la manera de agradarle con nuestro ministerio evangelizador, hay que anunciar y
mantener firmemente el mensaje de esperanza y restauración como lo hizo el
profeta Ezequiel. El misionero debe alimentarse de su oración llena de gratitud
para con Dios. Todo bautizado, hijo de Dios, no puede dejar de anunciar la
Buena Nueva, no importa si el grano sembrado es tan pequeño como un grano de
mostaza, pues Dios lo hará crecer con su fuerza misteriosa y llegará a ser
grande. Toda acción evangelizadora por pequeña que parezca tiene un gran
sentido y valor porque depende del poder de Dios.
Comprender nuestra labor en el
Reino de Dios da sentido a nuestras pequeñas acciones. El trabajo
evangelizador, realizado por tantos hombres y mujeres es una hermosa labor que
hace crecer el reino; siembran la pequeña semilla que Dios hará crecer.
Sembremos con esperanza y amor en Dios, Él mismo, en un futuro no muy lejano,
restaurará nuestros pueblos.
Todo bautizado está llamado a
ser primero: discípulo, es decir ave que sabe acobijarse bajo las ramas
abundantes de esta Iglesia que el Señor ha hecho crecer, pues éste es el Cedro
noble que Él mismo ha plantado. En segundo lugar, ser misionero, profeta que
anuncia la esperanza, hombre que echa la semilla y sabe esperar en la acción de
Dios. En definitiva comprender el misterio de la Iglesia, del Reino, vivir el
orgullo de estar en la Iglesia del Señor.
hay unas preguntas que cada unod ebe responder: ¿Cómo
vivo los momentos difíciles de mi historia? ¿Qué realidades debo superar para
que no me desanime en mi fe? ¿Cómo vivo mi compromiso de ser discípulo
misionero?
Comentarios
Publicar un comentario