XIII Domingo Tiempo Ordinario – julio 1 de 2018

El Riesgo de creer ilimitadamente en Jesús de Nazaret

Temas: El tema es la vida, don de Dios y creada para la inmortalidad; Jesús es el revelador del Padre que “ha venido a traer vida y vida en abundancia” (Jn 10,10). Él vence de manera definitiva la muerte con la Resurrección, e igualmente, vence la enfermedad y todo lo que se opone a la vida. 

Sabiduría 1,13-15; 2,23-24. Hay que notar el paralelismo entre lo querido y obrado por Dios que es muy diferente a las acciones que proceden del diablo: envidia, veneno, muerte, abismo. La muerte es un suceso que afecta a todo hombre, sin embargo el libro deja en claro que ella no es hechura de Dios y menos que el Dios de la vida goce con la destrucción. Esta es una verdad sobre la que hay que profundizar. Dios creó todo para que subsista y sea saludable, de manera particular creó hombre inmortal por ser hechura a su imagen. El camino de Dios es la vida y hace todo para mantener la vida.

Sal 30 (29) Es una oración de acción de gracias individual, se reconoce que el dolor, la destrucción, la muerte son un “paso” pero son derrotados de manera definitiva por Dios. Las acciones de Dios, como aquellas que ha anunciado el libro de la Sabiduría, son expresadas en hermosas imágenes: “Libra, saca del abismo, hace revivir, socorre, cambia el luto, en la mañana visita con el júbilo”, frente a esta acción transformadora el hombre agradece e invita a agradecer a Dios.

2 Cor 8, 7.9. 13-15. Pablo, en los capítulos 8 y 9 de esta carta desarrolla el tema de la colecta, es decir de una ofrenda, en favor de los cristianos necesitados de Jerusalén, a quienes llama “en favor de los santos” (8, 4). Esta colaboración de la Iglesia de Corinto en favor de la Iglesia necesitada es calificada por el apóstol como una “gracia de Dios” (Cf. 8,1.4.6.19; 9,14) que sirve como regla o termómetro para medir la vivencia de la verdad y el amor.

El texto destaca los valores del evangelio que vive la comunidad: la fe, la vivencia de la Palabra, el conocimiento, el cariño, el empeño y la generosidad para ayudar, entre otros marcan la vida comunitaria y se convierten en valores que dignifican la vida. La vida por diversas circunstancias se ve amenazada, ante ello el cristiano responde con la vivencia de valores que dan sentido, preservan y ayudan a la dignificación de la vida.

Nos viene bien esta enseñanza bíblica del apóstol San Pablo en este domingo donde celebramos en muchos lugares la llamada “colecta u Obolo de San Pedro”, ofrenda de las Iglesias en todo el mundo que se entrega al Papa para que ayude a cristianos necesitados. Hoy como ayer esta colecta es el catalizador de la verdad y el amor, pues no podemos quedarnos hablando de fe sin una incidencia efectiva en las realidades de necesidad de tantos hermanos. No podemos olvidar que no existe en el mundo una organización que supere y ni siquiera iguale toda la presencia y acción caritativa que la Iglesia desarrolla en todos los rincones del mundo.

Mc 5, 21-42. Hermoso pasaje en 4 escenas concatenadas. Primera escena: vv. 21-23 a orillas del lago, el desembarque de Jesús, la muchedumbre y la llegada de Jairo con su angustiosa súplica, “mi niña está muriendo”; los vv. 24-37 nos ubican en el camino con dos escenas muy fuertes: Segunda escena, vv 25-34, la curación poderosa y misteriosa de una mujer con flujo de sangre; la tercera escena, en los vv. 35-37, es la demoledora noticia: “la niña ha muerto”; la cuarta escena: vv. 38-43 en casa de Jairo, el milagro de la vida devuelta a la niña.

Hay una gran variedad de elementos a destacar:

Ø  El paso que se da de la muchedumbre, al gentío, a los discípulos, círculo estrecho de colaboradores: Pedro, Santiago y Juan; y finalmente al núcleo de la familia: Padre y madre de la niña. Ellos, todos son testigos y destinatarios del mensaje y acciones de Jesús, pero para una mejor comprensión y recepción de su poder hay que ir estrechando la cercanía con el Señor, cercanía que no es física sino de profunda convicción de corazón, pues la muchedumbre lo apretujaba y no pasaba nada.

Ø  Signos profundos. “Impón tus manos, para que se salve y viva” imponer manos es signo de poder de Jesús; “si logro tocar sus vestidos, me salvaré”, tirar del manto o sus filacterias era signo de súplica, es un grito ahogado de necesidad; signos o gestos que en el fondo manifiestan una profunda confianza en Jesús, en su poder.

Ø  La vida amenazada, una mujer enferma desde hace doce años, y una niña muerta a los doce años. La vida aparece amenazada y diezmada tanto por la enfermedad como por la muerte, ella no se libra de estos riesgos ni por ser vida inicial ni por ser vida vivida porque en verdad se ha gastado su vida cuidando de una enfermedad. La respuesta definitiva es Jesús que libra de lo uno y de lo otro.

Ø  La fe.  Hay una búsqueda de Jesús que tiene que tener como base la fe, la cual se manifiesta a través de diversas posturas o acciones, como querer su imposición de manos, buscar tocar sus vestidos, pero es una fe que tiene que mantenerse en el momento más crucial, la muerte, por eso Jesús le pide a Jairo ante la muerte de su hija: “No temas; basta con que tengas fe”. La fe es el riesgo de confiar ilimitadamente en Jesús de Nazaret, confiar en el Señor sin límites, aún en los momentos más contradictorios. Él es el Señor de la Vida y del poder. Como aquella mujer y Jairo, cada creyente de hoy debe mantener el riesgo de creer ilimitadamente para un día escuchar: “tu fe te ha salvado”.

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