PENTECOSTÉS – mayo 20 de 2018
PENTECOSTÉS – mayo 20 de 2018
Temas: Al preparar la homilía hay que escoger siempre un tema, no
se pueden abordar todos, y el tema elegido depende de las lecturas y la
realidad más sentida de la comunidad, un tema bien abordado propiciará el crecimiento
de la comunidad, se avanza paso a paso. Algunos posibles enfoques pueden ser: El
Espíritu Santo en la revelación; la acción del Espíritu Santo en la Iglesia; el
primer Pentecostés cristiano; El permanente Pentecostés en la Iglesia; El don
del Espíritu y el Sacramento de la Reconciliación; la fiesta de Pentecostés.
Hch 2, 1-11 narra lo acontecido en la fiesta de Pentecostés de
aquel año de la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. Los discípulos permanecen
reunidos, “Todos perseveraban en la
oración, con un mismo espíritu, en compañía de María la Madre de Jesús” (Hch
1, 14), y en este ambiente acontece la venida del Espíritu Santo, que se
evidencia con unos signos sensibles: “ruido
de ráfaga de viento, lenguas de fuego, hablar lenguas” que anuncian y hacen
visible que algo novedoso y extraordinario está aconteciendo. Los vv. 5-13
narran el principal efecto del Espíritu sobre aquellos a quienes les fue concedido:
La evangelización en la propia lengua.
Salmo 104 (103) El salmo invita a cantar la obra divina de la
creación; en este contexto es una sugestiva indicación a ver la acción del
Espíritu en toda la creación y desde los inicios, por eso la creación es motivo
de alabanza y bendición.
1 Cor 12, 3-7.12-13. El apóstol Pablo aborda el tema de los dones
del Espíritu Santo, diciéndonos: “con
relación a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que vivan en la
ignorancia” (1 Cor 12,1). Sobre esta realidad de fenómenos extraordinarios
el gran Apóstol establece unos criterios claros: 1. Sirven para la edificación
de la Iglesia, “el Espíritu se manifiesta
par aprovecho común”, y proceden todos del mismo Espíritu, por eso un don
no se opone a la Iglesia o a sus ministros, pues los “ministerios” proviene del Señor mismo. Para hacer comprensible su
enseñanza, el Apóstol, echa mano de la imagen que todo mundo conoce, el cuerpo,
formado por distintos miembros pero todos en unión y orientados al provecho
común de todo el cuerpo.
Jn 20, 19-23. El encuentro
del Resucitado con sus discípulos al atardecer del día de la Resurrección. El
punto de partida manifiesta la situación de los discípulos sin la presencia del
Resucitado, encerrados, llenos de miedo y no era para menos hace tan solo tres
días habían matado a su Maestro; esta situación se cambia con la presencia del
Resucitado que saluda varias veces con el “don de la paz”, se identifica
mostrando los rastros de la cruz y pasión, ante lo cual los discípulos se
llenaron de alegría.
Este encuentro, en aquella
tarde del domingo de resurrección, está lleno de regalos y motivos de gozo y
alegría. Ven al Resucitado, reciben la fuerza del Espíritu Santo, reciben un
mandato nuevo con autoridad – “como el
Padre me envío, también YO los envío”, y se les encomienda la misión del
perdón de los pecados, “Recibid el
Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a
quienes se los retengan, les quedan retenidos”.
Jesús Resucitado cumple la Promesa del Padre
Los autores de estos textos se
esfuerzan por hacer ver que Jesús resucitado dio cumplimiento a la Promesa del
Padre, y que Él mismo había ratificado muchas veces. Desde su muerte y
resurrección, el don del Espíritu Santo, ya no es Promesa, ahora es realidad,
cumplimiento asombroso que produce unos efectos extraordinarios.
La Promesa es una realidad que
garantiza la evangelización, todo discípulo, en su propia lengua y bajo el
influjo del Espíritu Santo debe “hablar
de las maravillas de Dios”, siempre en unidad con toda la Iglesia, nunca por
encima o en contraposición con los ministros de la Iglesia, ya no sería un don
del Espíritu Santo. El Espíritu suscita
diversos dones, carismas… movimientos pero nunca suscita división o separación
del Cuerpo de Cristo, por eso una norma clara para mantener la unidad es “nada
sin el párroco”, “nunca y nada sin el obispo”, ellos por el ministerio
recibido, don del mismo Espíritu garantizan la unidad y la Comunión de la
Iglesia.
Esta unidad se debe ver en los
sacramentos. El resucitado da el Espíritu y entrega el mandato con autoridad
para el perdón de los pecados. Este sacramento del Perdón es una creación de
Jesús Resucitado, quienes lo desvirtúan o se oponen a Él se oponen y
contradicen a Jesús de Nazaret.
El sacramento de la confesión,
del perdón, de la reconciliación es obra del Resucitado y él sigue actuando hoy
el Señor y el Espíritu Santo. El Señor lo creó, Él nos lo entregó. El católico
no puede dejarse llenar de la “basura” que los enemigos de la fe proponen y
difunden diciendo “que no es necesario
confesarse con otro hombre, quizás más pecador que quien se confiesa”. Al respecto
se debe precisar:
1.
El sacramento es creación del Resucitado. ¿A quién le va a creer y obedecer, usted? a
Jesús de Nazaret que lo creó y nos lo entregó como necesario, o a una persona
llena de resentimiento y hasta odio contra la fe.
2.
La condición del sacerdote no es la que
garantiza el perdón del pecado. Jesús dice que es fruto del ministerio
recibido, el resucitado es quien da el Espíritu Santo y la autoridad que el
mismo recibió por eso dice: “Como el
Padre me envió, así Yo los envío a ustedes”, es decir con autoridad. Recuerde
que a Jesús mismo se le criticó y se le condenó diciendo que Él no tenía poder
para perdonar pecados, “Los escribas y
fariseos empezaron a pensar. ¿Quién es éste, que dice blasfemias? ¿Quién puede
perdonar pecados sino sólo Dios? (Lc 5, 21). Hoy todavía hay muchos
fariseos que siguen criticando a Jesús porque sigue perdonando.
3.
Yo le creó a Jesús, Él dijo que perdonaran los
pecados, no dice, usted puede confesarse directamente con Dios.
Con amor en este domingo de
Pentecostés, pidan ese don para sus corazones y vida, y supliquen que Él les
haga conocer la verdad y nada más que la verdad, y que Él les conceda el donde
permanecer en la comunión con la Iglesia siempre.
La Iglesia que recibió el don
del Espíritu Santo y el mandato del perdón de los pecados es la Iglesia
católica, las otras como ya lo he dicho no existían, habrá que esperar unos mil
quinientos años para que aparezcan. La Promesa se hizo realidad en ese momento,
no fue realidad para ser realidad mil quinientos años más tarde. Orgulloso de
ser Cristiano Católico. Bendiciones y
pido al Espíritu Santo que los llene de sus dones y les conceda la felicidad.
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