Fiesta de la Santísima Trinidad – mayo 27 de 2018
Santísima Trinidad, Dios cercano a su pueblo
Temas: Indudablemente abordar el tema de Dios Trinidad Santa. La
revelación de las Tres divinas personas; la acción de Dios en su pueblo.
Dt 4,32-34. 39-40. El texto aborda la grandeza de la elección
divina, subrayando algunos aspectos: la elección divina y la revelación de Dios
es lo más grande que ha acontecido (32); La cercanía de Dios, que ha dejado oír
su voz y se acerca a su pueblo en medio de señales y prodigios (33-34). Moisés
exhorta a meditar estas realidades en el corazón, no hay otro camino para
conocer esta grandeza de Dios. Esta meditación se hace indudablemente obra en la
vivencia de los mandamientos, que no son más que la forma de encontrar la
felicidad, tanto personal como para la descendencia al poder entrar en relación
con este Dios cercano.
Sal. 33 (32). El salmo expresa en forma de oración aquello que el
pueblo ha comprendido en la meditación a cerca de la revelación y Palabra de
Dios. Esta elección divina marca de dichoso el pueblo que el Señor se escogió
como heredad, manifiesta el rol preponderante la Palabra de Dios como hacedero
de todo desde el inicio de la creación pero al mismo tiempo dada a conocer a la
humanidad; se trata de un Dios cercano al punto que puede decir: “Los ojos del Señor están puestos en sus
fieles, en los que esperan en su misericordia”. Es un Dios que habla, ve y
todo en una dinámica de amor abu8ndante para con su pueblo.
Rm 8, 14-17. Texto que presenta la acción de las Tres divinas
personas en su contacto con el creyente. La acción divina, de los Tres, crea “hijos
de Dios gracias al Espíritu Santo”. He aquí la identidad del cristiano. Soy
cristiano equivale a decir soy hijo de Dios; esto es fruto de dejarse guiar por
el Espíritu, que concede el donde poder llamar a Dios “Abbá, Padre”, y por tanto coherederos de Cristo. Somos miembros de
la familia Divina. La coherencia no se trata de una teología de la prosperidad,
como si Dios es nuestro Padre debe darnos lo que queremos en materia de
prosperidad. Pablo expresa la coherencia de manera clara, “participar de los sufrimientos de cristo”, la vida cristiana de hijos de Dios está
marcada por sufrimientos que debemos unir a Cristo, y la segunda dimensión de
la coheredad es “participes, también, de
la gloria”. No solo participamos de la “pasión” (sufrimientos) sino también
de la Gloria (victoria definitiva). Somos ¡Hijos de Dios! Como Moisés en la
primera lectura, podríamos preguntarnos: ¿Hay algo más grande que esto?
Mt 28, 16-20. Otro texto de la Escritura que muestra la presencia y
acción de la Trinidad. En el contexto Pascual, Jesús resucitado se aparece a
los 11 discípulos, quienes manifiestan claras actitudes de reconocer su divinidad,
pues “al verlo, lo adoraron, si bien
algunos dudaron”. La frase de “dudaron”
hay que entenderla en sentido no actual, es decir no en el momento de la
adoración, como si en ese instante estuvieran “algunos dudando”, más bien hay
que entenderla en el sentido que ahora adoran incluso aquellos quienes en el
pasado dudaron.
Tenemos un Dios cercano, “Jesús se acercó a ellos” y con el poder
que le ha sido dado les da un mandato explícito: Evangelizar. Ponerse en “salida,
ir”, hacer discípulos con la gracia de la enseñanza y el bautismo que coloca al
creyente en relación con la Trinidad: En el nombre del PADRE, del HIJO y del
ESPÍRITU SANTO. Como ya se ha señalado, la identidad del cristiano viene
definida por su relación con la Trinidad, que lo marca de manera definitiva
desde el bautismo.
Otro elemento a subrayar es la
promesa o compromiso de Jesús de “permanecer o estar” con los discípulos
siempre y hasta el “fin del mundo”. Nada más hermoso que saber que esta promesa
a la Iglesia católica dada en este momento pascual es de un orgullo y
compromiso único, en medio de nuestra Iglesia está el Señor y estará hasta el
final de los tiempos. ¡Viva Cristo y su Iglesia!
La Santísima Trinidad
La prueba bíblica. La
revelación es progresiva, Dios nos fue dando a conocer poco a poco su misterio, pues el hombre no puede
comprender la totalidad del misterio de Dios. Este misterio se conoce por
revelación, es decir Dios lo da a conocer, y especialmente por el camino de la
meditación, como lo dice Moisés en la primera lectura. Hay que meditar en el
corazón para comprender la Grandeza de Dios. Comprender hasta donde Dios lo
permita, no podemos aspirar a tener dominio total del Misterio.
El texto Sagrado de la Escritura
da testimonio de este revelarse de Dios, a ello sumamos los textos explícitos
donde aparecen las Tres Divinas Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Pienso
en el mandato misionero (Mt 28, 16-20), en la identidad de los creyentes (Rm 8,
14-17); en el Bautismo de Jesús (Mt 3, 11-17) solo por nombrar algunos pasajes.
Ciertamente no podemos pedirle que traiga escrito “Santísima Trinidad”, pero
trae toda la Doctrina, Enseñanza y revelación a cerca de estas Tres Personas
Divinas que por ser lo más santo lo expresamos con. “Santísima” y como son
Tres, pues lógico “Trinidad” por tanto SANTÍSIMA TRINIDAD.
En la vida del creyente. El
elemento de hermenéutica que no puede faltar es hacer notar qué tiene que ver
la Trinidad con el Creyente. 1. La identidad que brota de las acciones de la
Trinidad a través de la Gracia del Bautismo; 2. Las relaciones claras que se establecen
en el creyente: hijo de Dios; Salvado por Cristo con quien es co-heredero
(hermano); y guiado por el Espíritu Santo (fuerza Santificante).
Si bien, el creyente se
caracteriza por su Cristo-centrismo no puede olvidar, despreciar o ignorar que
su FE es Trinitaria; esto pide tener expresiones y manifestaciones de fe para
con Dios Trino. “La fe de los cristianos
se cimenta en la Santísima Trinidad” (San Cesáreo de Arlés).
Los invito para que mediten el
siguiente párrafo del Catecismo de la Iglesia Católica, es tan rico que al
meditarlo, Dios les concederá comprender mejor este misterio Central: “El misterio de la Santísima Trinidad es el
misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí
mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que
nos ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la «Jerarquía de las
verdades de fe». «Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la
historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela, reconcilia consigo a los hombres,
apartados por el pecado, y se une con ellos»” (234)
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