Fiesta de la Ascensión del Señor Jesús – Mayo 13 de 2018
La Ascension, Cristo Cabeza suprema de la Iglesia
Pbro. Jorge E. Bustamante Mora
En Colombia por diversas cuestiones la fiesta de la Ascensión se celebra el séptimo domingo de Pascua; y
en este año, como 13 cae en domingo, no se celebra a Nuestra Señora de Fátima, ya
que el Domingo es día del Señor. así que siguiendo la liturgia, camino de creciemiento espiritual , es momento de profundizar en la Ascensión.
Temas: La Ascensión; el
tiempo de la Iglesia; la síntesis de la obra de Jesús: una presentación general
de su obra desde el inicio hasta la Ascensión, remarcando el tiempo y la acción
de la Iglesia que se inicia con esta experiencia de la Ascensión.
Hch 1, 1-11 dos grandes partes el prólogo (1-5) y el relato de la
Ascensión (6-11). En el prólogo, el autor, Lucas, presenta su primer tomo: El
Evangelio y su contenido, “todo lo que el
Señor hizo y enseñó desde el principio hasta la Ascensión”. Remarca el
periodo que media entre la resurrección y la Ascensión, 40 días, tiempo en el
cual Jesús dio pruebas que Él vive e instruyó sobre el “Reino de Dios”; culmina esta sección recordando la “Promesa del Padre”, que Él ya había
también recordado, pero ahora anuncia su inmediato cumplimiento, al punto que
pide no ausentarse de Jerusalén.
La Ascensión (6-11). Las últimas
palabras de Jesús y sus discípulos versan sobre el tema del Reino y su
instauración, Jesús insiste que esa realidad en sus dimensiones de tiempo y
momento le corresponden solo al Padre, les reafirma la Promesa del Espíritu que
los capacitará para dar testimonio, evidenciando unos círculos cada vez más
expansivos: “Jerusalén, Judea, Samaria y
los confines de la tierra”; describe
la Ascensión como un “elevarse” que deja atónitos a los apóstoles mirando hacia
el cielo. La aparición de los 2 hombres de blanco en el v. 11 y sus palabras, “¿Qué hacen ahí parados mirando al cielo? Sugieren
el inicio de la etapa de la marcha de la Iglesia.
Sal 47 (46), en su orden en la Biblia es el primero de los Salmos
del Reino (salmos 93.96-99). Canta el Señorío universal de Dios que asciende en
un cortejo triunfal, en medio de expresiones y aclamaciones rituales; Dios
preside desde su santuario y reina sobre todas las naciones. Por estas
expresiones de ascensión, realeza y poderío de Dios este salmo adquirió en la
comunidad cristiana un lugar para comprender y orar la Ascensión de Jesús.
Ef 1, 17-23. El texto de Efesios inicia dejando en claro que quien
cumple la acción salvadora prometida por el Padre es el Hijo muy querido (1,6);
este tema lo va ampliando en cada avance de la carta, así en los vv. 17-23
tenemos la presentación del Triunfo y supremacía de Cristo, tema que no es de
compresión intelectual sino fruto de la revelación, por ello pide que el Padre
conceda al creyente: “espíritu de
sabiduría y de revelación…e ilumine los ojos del corazón” para poder
conocerle perfectamente, conocer la esperanza, la riqueza, la herencia y la
soberana grandeza que Dios ha desplegado en Jesús. Se asegura la supremacía de
Cristo como conclusión de su resurrección y Ascensión por encima de toda
realidad, constituyéndolo así en cabeza suprema de la Iglesia.
Mc 16, 15-20 Tenemos el mandato de Jesús resucitado para su
Iglesia, “Id por todo el mundo y
proclamad la Buena Nueva a toda la creación”; esta predicación suscita una
respuesta en la gente, algunos de manera positiva por tanto mediante el
sacramento del Bautismo quedan injertados en la nueva comunidad y experimentan
la salvación, quien rechaza este anuncio no puede creer y por tanto no
encuentra salvación. El anuncio es acompañado por Jesús con poderes
extraordinarios, sobre los cuales no cae el acento, la fuerza está en el
contenido: la Buena Nueva, las Palabras y Obras de Jesús que han sido marcadas
por la fuerza del Espíritu Santo desde su inicio, y que hoy. Él, el Espíritu
Santo sigue obrando para que la Buena Nueva sea conocida.
La Ascensión, momento de la
Iglesia para asumir su misión
Ciertamente podremos distraernos
con los detalles de la Ascensión, pero es necesario centrar la mirada. La
resurrección de Jesús y su Ascensión que lo ubica “sentado a la diestra de Dios” nos anuncian la victoria definitiva,
exigen una aceptación confiada de su mensaje y por tanto asumir la
responsabilidad de este momento histórico.
Jesús Asciende, pero antes nos ha
asegurado el cumplimiento inmediato de la “Promesa
del Padre”, La Promesa del Espíritu Santo, que capacita a la Iglesia para
anunciar el Evangelio como fuerza que transforma de una manera radical, con
unas acciones extraordinarias que solo son comprensibles cuando se ven con
espíritu de sabiduría, cuando son vistas con los ojos de la fe, con los ojos
del corazón.
La Ascensión del Señor es el
momento en que la Iglesia, su Iglesia, recibe de manera expresa el mandato
misionero, la promesa del Espíritu que la hará testigo que expande el Reino, la
entrega del sacramento con el cual se engendran hijos para la nueva comunidad:
el Bautismo, comunidad que tiene una cabeza suprema: Cristo Jesús. Ella es
instituida por Jesús para continuar la obra en el tiempo y espacio, ella no es
absoluta ella está bajo su cabeza
suprema, ella comunica la salvación, así lo quiso el Señor, no es invento ni
prepotencia o arrogancia, es sencillamente como acontecen las cosas según el
querer del Señor Resucitado. Decir: “creo en Jesús, pero no en la Iglesia” o no
necesito ir a la Iglesia, es sencillamente no conocer a Jesús. La Iglesia es su
obra, Él la creó, Él la modeló, Él sigue siendo hoy su Cabeza Suprema, por
tanto despreciar a la Iglesia es despreciar a su Cabeza: a Jesús.
¿Cuál Iglesia? Pues la Católica, pues todo el mundo sabe que hgistoricamente a ese momento no existía otra iglesia, las "otras iglesias" aparecerán 1500 años más
tarde; por tanto con respeto, pero con claridad de los acontecido hay que
afirmar que quienes estaban allí en ese momento en que reciben el mandato
misionero, el envío y la Promesa del Espíritu es un puñado de creyentes de la naciente Iglesia del Señor, la Iglesia bajo el gobierno de Pedro, la Iglesia que unos años más tarde se le llamó Iglesia católica; la hoy pastoreada por el sucesor 266 de san Pedro: El Papa
Francisco. Así de claro y sin ambigüedades. Les confieso, creo no sea pecado, pero me siento orgulloso que Dios me
haya dado el don de conocer y vivir en esta herencia que es su Iglesia.
Orgullosamente Católico, orgulloso de los dones de Dios, orgulloso de saber que Jesús es a Cabeza Suprema de este cuerpo que Él mismo creó.
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