XVII Domingo Tiempo Ordinario – Ciclo B – Julio 29

 Un profeta autentico, que incomoda 

Temas: la confianza absoluta en el poder de Dios. La generosidad desbordante de Dios que mantiene su bondad y fidelidad. Dios se ocupa de esta realidad y desde ella construye la plenitud de la vida espiritual y la unidad de la comunidad. Jesús el verdadero profeta que alimenta y une la comunidad, el profeta que revelará y defenderá el verdadero Yavismo (fe en Yahvé, su padre).
 
2 R 4,42-44; El libro de los reyes nos lleva a la época del profeta Eliseo, discípulo y sucesor del profeta Elías; vivió entre los años 850 y 800 a.C. Gran defensor de la fe en Dios Yahvé. Se le conoce por ser un gran taumaturgo, persona que tiene poderes extraordinarios para hacer milagros y actos prodigiosos.

El v. 42 nos habla de un hombre que llega desde su ciudad con la ofrenda de sus primicias, una ya elaborada “20 panes de cebada” y otra simplemente de la cosecha reciente, “grano fresco aún en espiga”. El profeta ordena dárselo a la gente para su alimento.  En el v. 43 encontramos la dificultad y la solución. La dificultad está en lo poco que es este alimento para 100 hombres, pero la solución está en la confianza absoluta en Dios (Yahvé). El v. 44 verifica que aconteció tal cual Dios se lo había hecho saber al Profeta.

Sal 145 (144). En el Salmo tenemos una letanía que canta la justicia, la fidelidad, la bondad de Dios, que se hace visible en sus prodigios; así esta oración revela al Rey Grande por medio de sus hazañas, dejando ver su generosidad y providencia, “Él sacia de favores a todo viviente”. Cada palabra de este Salmo nos invita a descubrir la bondad de Dios en la generosidad de sus obras.

Ef 4, 1-6. La carta a los Efesios, con su tema dominante: la unión de la comunidad.  Pablo hace un llamado a la unidad desde su condición de preso por el Señor, su voz por tanto es un testimonio autorizado. Pablo en los vv. 2-3 enumera las virtudes necesarias para crear unidad: humildad, mansedumbre (amabilidad cristiana), paciencia, soportar por amor, empeño en consolidar la unidad y la paz. Los vv. 5-6 colocan el fundamento teológico y firme de la unidad, la cual no depende de los sentimientos sino de la fe que se expresa en la unidad.

La unidad no es una teoría, es un empeño, el compromiso y tarea de vivir el misterio y aceptar sus consecuencias en la vida práctica. Pues la unidad cristiana es fruto de la vida nueva en Cristo que surge de la gracia del Bautismo. La unidad es fruto de la vivencia de la vocación bautismal, es necesario superar los peligros que amenazan la unidad: las discordias entre los cristianos (vv. 1-3); o a veces la diversidad de ministerios no bien integrados en la comunidad creyente (cf. Ef 4, 7-11) o a veces la amenaza puede venir de doctrinas heréticas (4, 14-15). La solución está en mantener la unidad en Cristo, lo que exige empeño, pero que logra mantener la unidad expresada en: Un solo cuerpo, Un solo Espíritu, Un solo Señor, Una sola Fe, Un solo bautismo, Un solo Dios y Padre de todos.  

Jn 6, 1-15. La multiplicación de los Panes. EL evangelio de Juan no habla de milagros sino de signos; este es el cuarto “signo” de Jesús. El signo tiene la función de hacer un llamado a clarificar la relación con Dios. Los signos, en Juan, no siempre conducen a una fe auténtica, por ello son un motivo para cuestionarse el tipo de seguimiento o respuesta que se está dando a Dios.

Vv. 1-4 nos presenta la escenografía. Jesús es un profeta seguido por la multitud, ya por los signos realizados o por su enseñanza. Jesús aparece como maestro, “se sentó allí”, actitud clara de quien enseña, y enseña a sus discípulos que están allí con él, una enseñanza que tiene que ver con el tema de la “Pascua”.

Vv. 5-9: El diálogo de Jesús con Felipe y Andrés, dos de sus apóstoles, donde aparecen los obstáculos para encontrar pan para todos; aquí encontramos un muchacho con cinco panes de cebado y dos peces. La “ofrenda” es en comparación con la dada a Eliseo muy inferior. Las frases de Jesús y de los apóstoles remarcan la condición de Jesús como profeta.

Vv. 10-15 Los hombres son cinco mil… el numero desborda la cifra del profeta Eliseo, se nos da primero la cifra para que pensemos que si se verifica el signo, Jesús es profeta con más poder que Eliseo, el cual alimento “solo” a 100. Efectivamente el desarrollo muestra que se dio el signo, comieron y sobró: 12 canastos, acaso una forma irónica de decir sobraron 12 canastos para los 12 apóstoles, quienes más habían colocado “peros” para creer que Jesús podía obrar este “signo”.

El Profeta de Yahvé

El profeta Eliseo es conocido como el profeta defensor del Yavismo, de la fe en YAHVÉ, pero el verdadero profeta defensor de Dios es Jesucristo; Él aparece como profeta que supera en cantidad y cualidad a Eliseo. Jesús es el verdadero defensor de YAHVÉ que nos enseñará a llamarlo Padre y que con toda su enseñanza y signos nos invita a mantener firme la fe, a no alejarnos de ÉL. Dios es fiel y único, los creyentes mantengamos la fidelidad y la unidad en su Iglesia.

Si me permite, Jesús realiza un signo que pide revisar  el seguimiento, ver cómo está mi realidad de seguimiento auténtico. Hoy, hay quienes siguiendo teorías socialistas explican este signo como un gesto de solidaridad dado entre los más de cinco mil asistentes, donde Jesús no tiene ningún poder de realizar prodigios, es un pobretón simplista que a lo máximo actúa como un buen líder social que supo convencer a los demás. Este Jesús así es muy pobre, está desprovisto de toda su fuerza divina y profética, este no es el Jesús que revela el Texto Sagrado, no es el Profeta que entra en continuidad con la línea histórica de la salvación. Con cierto dolor tengo que decirlo, en los sacerdotes hoy, hay defensores de esta línea social más que de la divinidad de Jesús.

El sacerdote debe confiar absolutamente en Jesús, en su divinidad, no menos preciarla intentando explicar su poder divino con teorías demasiado humanas. Ser sacerdote o discípulo de Jesús para explicar su poder de esta manera es “perder el tiempo”. Que hoy en la confianza divina y con lo poco que cada uno pueda colocar en las manos de Dios de manera solidaria llegaremos con la bendición de Dios a alimentar el hambre de miles es otra dimensión, pero no la de Jesús. Allá en el lago de Galilea hubo una verdadera irrupción del poder divino, si se quiere un verdadero signo milagroso. Sé que para explicarlo así se necesita una dosis de aceptación de la divinidad de Jesús, de su poder, se necesita de una fe autentica, como la describe Pablo en la segunda lectura, una fe firme; para explicarlo de otra manera no se necesita que Jesús sea Dios y que yo sea su discípulo.  cabe la pregunta ¿Soy defensor del YAVISMO o del socialismo? ¡Al pan pan, al vino vino!

Comentarios

Entradas populares de este blog

Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo

Semana Santa, tocados por el amor de Dios

I Domingo de Adviento: Movimiento al encuentro con Jesús - (I Domingo de Adviento 2020)