XVI Domingo Tiempo Ordinario – Ciclo B - julio 22 de 2018


Un pastor muy particular, un pastor de la realeza

Jr 23, 1-6. v. 1 anuncia los implicados sobre quienes se dice el oráculo; v. 2 causa del oráculo; 3-7 aparece el oráculo como tal, con un fuerte tono mesiánico. Jeremías hace uso de una imagen muy conocida y al mismo tiempo desconocida hoy: pastor; conocida porque de alguna manera sabemos que es un pastor, pero desconocida porque en el mundo urbano es una imagen solo de películas.

Pastores, aquí como en el patrimonio literario Oriental, equivale a reyes y jefes civiles del pueblo, es decir a todos los que tienen un encargo de gobierno, de mando, a ellos se les echa en cara sus crímenes, se les censura por el mal cumplimiento de sus funciones, sus malas obras. Quizás siempre que escuchamos pastores pensamos en los dirigentes religiosos, pero hay que situar este mensaje profético en su justo contexto: dirigentes civiles, ciertamente sin que ello excluya la responsabilidad de los líderes religiosos, pues hay que recordar que Israel no hace una total distinción entre lo religioso y lo civil, este pueblo se concibe como una realidad totalmente teocrática, es decir donde reina Dios. Es por esto que el oráculo termina con el anuncio de un nuevo rey que tendrá un nombre especial “Yahvé, justicia nuestra”, este nombre se contrapone con el rey de turno al momento del oráculo, el rey Sedecías que significa: “Yahvé es mi justicia”; ya no será una justicia personal e individual sino que será posesión de la comunidad. 

Sal 23 (22). El hermosísimo Salmo 23, igualmente conocido por la mayoría de creyentes. El salmista nos lleva en una serena emoción a expresar la insondable e intensa confianza en Dios. No es difícil para los cristianos ver en esta imagen de Buen Pastor a Jesucristo que nos ama y da la vida por sus ovejas cuidando de cada una; las aguas tranquilas, las verdes praderas, la suculenta mesa del banquete adquieren para los creyentes del Nuevo Testamento la imagen y sabor de ser cuidados con la abundancia de los Sacramentos. 

Ef 2, 13-18. En la carta a los Efesios, Pablo argumenta como la obra de Jesús produce la reconciliación de los dos pueblos: judíos y gentiles, y de estos con Dios. Cristo por su sangre ha obrado la destrucción del muro divisorio, ha producido la cercanía con Dios, ha creado el Hombre Nuevo, ha realizado la Paz. En otras palabras se ve que la era mesiánica anunciada por Jeremías es una realidad en el rey-pastor: Jesús. Él es nuestra paz, Él nos ha reconciliado con Dios, Él es el Germen justo anunciado en el aquel oráculo.

Mc 6, 30-34  Tres secciones: el regreso e informe de la acción “pastoral” de los apóstoles  (v.30);  la invitación de Jesús a descansar  y las causas motivantes (vv. 31-32);  la identidad de Jesús como Pastor sin descanso (vv. 333-34).

Jesús aparece como el punto de partida y el punto de llegada, en Él se condensa toda acción. Jesús invita a los discípulos misioneros a un lugar de descanso, de soledad e intimidad con Él. Tiempo para descansar y estar con el Señor. Este “aparente escape” es solo ocasión de reencuentro con la multitud frente a la cual Jesús siente compasión de sus “ovejas sin pastor” y les enseñó largamente. Jesús, así con el ejemplo, enseña a sus discípulos “pastores” no una actividad de momentos sino a vivirla como identidad permanente, ellos serán los “pastores” que deban seguir la obra con la actitud de Jesús: pastores con misericordia, pastores de tiempo completo.

Imágenes que ayudan a la comprensión

Las lecturas de este domingo vienen cargadas de imágenes: Pastores, ovejas, e incluso rey, son realidades que nos ayudan a profundizar el mensaje.

Pastor: Se trata de pequeños ganaderos; un hombre o mujer que cuida el ganado menor, es decir ovejas, cabras. En el Oriente, el pastor eran los mismos propietarios, sus hijos, o contratados para ese oficio, se les pagaba con dinero o parte del producido del rebaño. Su tarea era buscar pastos y abrevaderos – agua –, y defender el rebaño de ladrones y fieras. Si perdía alguna de las ovejas debía pagarla a su propietario, pero cuando eran destrozadas por una fiera no era necesario pagarla. Bajo juramento el pastor se comprometía a cuidar y no poner la mano sobre el rebaño, es decir a no apropiarse de él y a no descuidarlo. El término hebreo se puede traducir por pastor, mayoral, zagal, cabrero, vaquero, pero generalmente se traduce por pastor. Resulta interesante que en muchos lugares, en tiempo de navidad cantamos los villancicos que mencionan los zagales y zagalas, pue no son otra cosa que los pastores.

La imagen de pastor se usó como título para referirse a los reyes y gobernantes, quizás nace esta relación del hecho que el gran rey David, era un joven pastor cuando fue llamado y ungido. Los profetas anunciaron que llegaría el momento en que Dios mismo sería el Pastor del pueblo, así el título de pastor pasó a ser un título divino (cf. Salmos 23,1; 80,2), que la comunidad cristiana aplicó a Jesús como el Buen Pastor. Se dio una evolución en la comprensión de esta imagen, pues de una referencia a los reyes y líderes de Israel pasó a ser imagen de los cuidados y enseñanzas misericordiosas dadas por Jesús, y de Él a la acción de quienes envía a comunicar la Buena Nueva.

Una imagen muy sugestiva y de gran responsabilidad

La imagen es simbólica. El rebaño es el pueblo, cada uno de los miembros no es más que una oveja; sin embargo por la acción de Dios, algunos, en diferentes grados, son pastores. Hay un solo Pastor propietario: Dios. Los demás o son pastores hijos del propietario, entre los que destaca de manera única su Hijo Jesús, pero gracias a Él hay otros hijos adoptivos que son llamados y enviados a ser pastores, también había en el pasado, pastores contratados por una paga, quiera Dios no los haya hoy, así surgen algunos interrogantes que cada uno debe responder:  ¿Tienes una responsabilidad en la comunidad, ya sea civil o religiosa, cómo actúas? ¿Eres pastor hijo o asalariado? Desde esta identificación nace el verdadero sentido del pastoreo.

El oráculo de Jeremías recuerda que todos deben dar respuesta de su acción y asumir las consecuencias. El oráculo divino acusó a los pastores del mal manejo en sus asuntos;  diríamos en términos actuales que fueron acusados por su corrupción en el manejo y cuidado de los bienes públicos destinados al cuidado y bienestar de las comunidades. El oráculo exhorta al buen manejo de lo público, quizás esta palabra tenga mucho que decir a nuestros dirigentes administrativos y políticos, pues América latina es una mina en riquezas, pero sufrimos aún los grandes cordones de miseria y ausencia de bienes básicos en la mayoría de nuestras “ovejas” a causa de la corrupción rampante y descarada de los gobernantes. No podemos callar, nos haríamos cómplices de “Alí Babá y sus 40 ladrones”, un pueblo que entiende del pastoreo de Dios no puede dar su voto de confianza para elegir de nuevo a aquellos que lo han robado.

El ser discípulos misioneros, es ser pastores. El discípulo está con el Señor, el misionero va y anuncia. El pastor vive a cada segundo esas dos realidades: está y anuncia. El pastor es movido por la misericordia, siente como Jesús, tiene compasión, enseña y enseña largamente, es decir siempre, no hay horarios, no hay cansancio, no hay razones personales que justifiquen el abandono de las ovejas a merced de los ladrones y de las fieras. Pastores que desde Cristo anuncian e instauran la era mesiánica de paz, de reconciliación, de unidad del pueblo y de esté con Dios gracias al poder de la sangre de Cristo. Esta exigencia tiene que cuestionar a los agentes de pastoral, a los líderes religiosos, a sacerdotes, seminaristas y demás, no es solo para líderes civiles, recuerden que se dio una evolución en su comprensión.   Cada quien frente a Jesús, contando su experiencia de ser pastor debe preguntarse ¿cómo vive su pastoreo? ¿Hay horarios que limitan la presencia de Dios? ¿El cansancio te aleja de las ovejas, o incluso, de Jesús mismo en la oración? ¿Qué tipo de pastor eres? Ojalá un pastor muy particular, a ejemplo de Jesús, un pastor hijo del Rey y por tanto un pastor de la realeza.




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