III domingo de Pascua, Ciclo B – Abril 15 de 2018


Jesús, la Buena noticia que reconcilia con Dios 


Temas: Jesús y su efecto sobre el pecado; Pecado y conversión.

Hechos de los apóstoles 3, 13-15. 17-19. para la comprensión de este pasaje es necesario tener presente el acontecimiento anterior, “la curación del cojo de nacimiento” (3, 1-10); La sección completa comprende 3, 11-26, dividida en tres partes: 11-16, de carácter kerigmático que proclama la muerte y resurrección de Jesús como explicación del milagro; 17-21 un llamado explícito a la conversión como respuesta a la aceptación del anuncio kerigmático; y 22-26 es la prueba de la Escritura y profética de lo anunciado.

El texto proclamado toma secciones de la primera y segunda parte. En el anuncio kerigmático, conecta a Jesús con el Dios de los patriarcas y lo califica de Santo, Justo, autor de la vida, muerto y resucitado; evidencia el pecado o responsabilidad del pueblo, “lo entregaron, renegaron y lo mataron” y Pedro con los predicadores son testigos de ello. Testigos del misterio pascual: MUERTE Y RESURRECCIÓN.

En el segundo momento, Pedro hace el llamado al arrepentimiento y conversión para el perdón de los pecados. El príncipe de los apóstoles busca una forma de animarlos a la conversión haciéndoles ver que procedieron de esa manera por ignorancia y que por tanto el perdón es posible para todos, incluso para quienes de alguna manera tuvieron responsabilidad en la muerte de Jesús el Santo…

Salmo 4 Se proclaman los elementos de confianza en Dios, subrayando dos elementos: frente a la oración y el interrogante de donde nos viene la luz, la ayuda, se responde que la tranquilidad viene del Señor, y es tal la convicción que frente a la situación que exigiría reacción inmediata, el salmista se acuesta confiado y duerme plácidamente porque está seguro de la ayuda divina.

1 Jn 2, 1-5 dos momentos: 1-2 recuerdan la convicción del llamado a la conversión, a romper con el pecado, fruto de la salvación obtenida por Jesucristo, esta acción salvífica es un don de aceptación personal pero que alcanza al mundo entero. 3-5 desarrolla el principio del amor de Dios visible en el testimonio como fruto de conocer a Dios, y su conocimiento se evidencia en la vivencia de los mandamientos.

Lc 24, 35-48 Continuamos con las experiencias del resucitado en medio de la comunidad; el tema que convoca a los discípulos es contar, hablar sobre los acontecimientos del resucitado, en medio de ese diálogo se aparece Jesús, quien da pruebas que se trata de Él y no de un fantasma o espíritu, una vez les comprueba que es Él en persona, les explica y les abre el entendimiento para comprender las Escrituras. En un segundo momento les deja en claro el efecto que produce su muerte y resurrección, “en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos; y constituye a los discípulos en testigos oficiales de este acontecimiento, de la resurrección.

Jesús, su experiencia pascual y su efecto sobre el pecado y la conversión

El tiempo de pascua es propicio para afianzar la confianza en Dios, especialmente en la experiencia del crucificado – resucitado; que este tiempo tenga una dimensión kerigmática que ayude a vivir la experiencia de encuentro con el resucitado de manera personal, que ubica correctamente el conocer a Dios, no como cumulo de datos e informaciones, sino como experiencia real que se traduce en vida, en vivencia de los mandamientos (2ª lectura).

El anuncio kerigmático no hay que confundirlo con una catequesis, el anuncio es anuncio gozo que tiene como objetivo la aceptación de la muerte y resurrección de Jesús como manifestación del amor de Dios que invita a un segundo movimiento: la conversión, el arrepentimiento. El amor de Dios y la experiencia pascual de Jesús lleva al ser humano a reconocer su pecado. Este proceso es, igualmente, un don de Dios, pero el hombre colabora con su disposición y humildad, así, profundiza y comprende las Escrituras, reconoce sus debilidades y errores (pecados). Ante esta realidad de pecado el anuncio kerigmático lo lleva a buscar la ayuda en el lugar correcto: Jesucristo, víctima de propiciación por nuestros pecados.

Cuando el hombre vive este proceso se convierte en testigo oficial de la resurrección de Jesús. Las lecturas nos presentan la necesidad de realizar en el trabajo evangelizador: el anuncio kerigmático, motivar la conversión e impulsar el trabajo misionero (ser testigo), o como lo llama el Documento de Aparecida, llegar a ser “discípulos misioneros”.

Jesús, Víctima de propiciación

Se entiende “propiciación” en el sentido de expiar, borrar las culpas, purificarse o librarse de las culpas a través de un sacrificio. El pecado provoca una ofensa a Dios, por tanto se entiende a Jesús como víctima propiciatoria en el sentido que su sacrificio, muerte y resurrección, son el medio para borrar – expiar las culpas del hombre y hacerlo agradable a Dios. Es este su sacrificio el que realiza la expiación, la reconciliación, la cual el hombre no alcanza por ninguna otra vía. Fuimos reconciliados en Jesús.


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