III Domingo de Cuaresma – marzo 4 de 2018
Hombres libres conociendo la fuerza y la sabiduría de Dios
Temas: Dios nos quiere libres; la Ley y el Crucificado, Fuerza y sabiduría
de Dios, La cruz fuerza salvadora.
Éxodo 20, 1-17: Esta sección recibe el nombre de Decálogo, o las “diez
palabras” de donde se conoce en la Tradición como los 10 Mandamientos de la Ley
de Dios. Son una serie de preceptos que señalan al pueblo sus obligaciones para
mantener la Alianza y que tiene como fundamento ser “palabras” de liberación,
son la propuesta de Dios para que siendo guardadas, es decir puestas por obra,
el pueblo que ha sido liberado de la esclavitud de Egipto no vuelve por ninguna
vía a la esclavitud. Nunca más esclavos ni de otros que se dicen llamar “dioses”,
ni del tiempo, ni del trabajo, ni esclavos de otros seres humanos, ni esclavos
de los sentimientos, ni de las realidades que llevan al pecado. Estas son
palabras para vivir en la libertad. Todos están formuladas en negativo,
iniciando “NO”, solo dos de estos preceptos aparecen en positivo, aquellos
relacionados con guardar el sábado (un tiempo para Dios) y la honra al padre y
la madre, estos establecen en forma positiva la correcta relación con los seres
más cercanos y con Dios a través del ritmo de un tiempo dedicado a Él.
Salmo 19 (18): Este salmo tiene dos partes: una alabanza a la gloria
de Dios que se manifiesta en la creación (vv. 2-7), y un hermoso elogio de la
Ley del Señor (vv. 8-15), de esta última sección se toman los versos para la
liturgia de este día. Verso a verso va presentando algunas cualidades sublimes
de la Ley, es perfecta, descanso del alma, recta, alegra el corazón, justa, límpida,
verdadera, preciosa como el oro, dulce como la miel, da luz a los ojos… es la
expresión orante le la valoración positiva con la que un hebreo ve la Ley, ella
no es una carga, ella es para la felicidad y la libertad.
Pablo a los Corintios 1, 22-25: El apóstol hace una reflexión sobre
la sabiduría del mundo y la sabiduría cristiana, muestra la preeminencia del
Crucificado, Él es fuerza y sabiduría de
Dios, en esa expresión condensa todo el sentido de Cristo Jesús para el
creyente. Pablo ante la búsqueda de seguridades humanas, de doctrinas que
llenen la curiosidad o búsqueda de los hombres no duda en afirmar la única
respuesta posible: El crucificado.
Juan 2, 13-25: Esta sección del evangelio se puede ver en la contextualización
de los acontecimientos, dos escenas y la conclusión: e contexto: Jesús sube a
Jerusalén en la cercanía de una fiesta de Pascua (v.13); La primera escena: Jesús
y el mercado del Templo (vv. 1-17), ya el profeta Zacarías había anunciado que
en los tiempos mesiánicos se realizaría la purificación o sacralización de las
cosas de la tierra, especialmente del Templo, “aquel día no habrá más comerciantes en el Templo de Yahvé”, esta
acción de Jesús motiva en los discípulos el recuerdo de un verso de un Salmo “el celo por tu casa me devora” (sal 69,
10). Segunda escena: Los interrogantes de los judíos, que
piden un signo, y la enigmática respuesta de Jesús que se mueve en dos planos
diversos, Jesús habla del santuario de
su cuerpo y los judíos solo logran relacionarlo con el Templo. Como la escena
anterior esta produce un recuerdo en los discípulos, pero un recuerdo que
acontecerá en el futuro, cuando Jesús resucite ellos recordaran este
acontecimiento y ello afianzará su fe en las Escrituras y en las palabras de
Jesús. La conclusión es la reacción, muchos creyeron en su nombre, pero Jesús
conoce el corazón de cada uno.
Dios nos quiere libres
Dios le ha dado al hombre lo
necesario para que viva en la plena libertad, esa es al función de sus
Mandamientos, libertad que se alcanza en la aceptación de Jesús, Él no es solo
la Palabra de Dios, sino su fuerza y sabiduría que se hace visible y cercana a cada
hombre, Él realiza la verdadera purificación y restaura el valor de lo sagrado,
porque Él es el Santuario, es decir el lugar donde se manifiesta el poder de
Dios. Si la Ley es supremamente positiva y los elogios no se hacen esperar como
lo recordamos en el Salmo, pues con mayor razón no hay forma de escatimar
elogios para el Crucificado, desconocerlo o pedir signos solamente manifiesta
la incomprensión de lo que Él realiza.
En este camino cuaresmal es necesario
ir descubriendo paso a paso toda la presencia y acción de Jesús, aunque no la
comprendamos plenamente, pues esa fuerza y sabiduría de Dios solo se comprende
a la luz de la resurrección. y esta dinámica solo es posible si vivimos como
hijos libres nuestra relación con Dios, pues Él no quiere esclavos, Él quiere
hijos amados y libres.
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