VI Domingo – Tiempo Ordinario (Febrero 11 de 2018)
Temas: Las impurezas (signo del pecado), las sanaciones milagrosas,
la mediación de la Iglesia o el sacerdocio.
Levítico 13, 1-2.44-46 La Biblia con el nombre de “lepra” reúne diversas
afecciones de la piel, especialmente las contagiosas. Desde el punto de vista
religioso del Antiguo Testamento la lepra era vista como una impureza y
manifestación del castigo divino a causa del pecado; así la lepra –“llaga” era
vista como la plaga por excelencia con que Dios castigaba a los pecadores; por
este motivo era excluido de la comunidad hasta su curación. Nótese la mediación
del sacerdocio del AT tanto para declarar la impureza como para certificar la
sanación y autorizar la reintegración a la comunidad.
Salmo 31 El salmista se siente abandonado de todos, pero confía absolutamente
en el amor de Dios, no será desilusionado porque sabe perfectamente que el
Señor es principio de gozo, de alegría, de perdón. Es necesario ver que si bien
confía totalmente en Dios, y seguramente en todos los aspectos, el salmo hace
un eco a confiar en Dios frente a nuestra realidad de pecado, reconocer el
pecado, confesarlo y Dios perdona. Si Dios perdona el pecado evita que seamos
leprosos. He aquí un tema que nos prepara para el próximo miércoles de Ceniza.
Pablo, 1Cor 10,31 – 11,1 La vida del creyente, en últimas, es imitar
a Jesús. Pablo da en el texto de este domingo tres consejos para imitar a
Cristo: 1. Hacerlo todo para gloria de Dios, la gran preocupación de Jesús fue
glorificar al Padre (cf Jn 17, 1-5); 2. No dar motivo de escándalo a ninguno,
recordemos la exigencia de Jesús, “ay de aquel que escandalice a uno de mis
pequeños…” (Mt 18, 5-10); 3. Procurar contentar a todos para que se salven, es
decir atraerlos con amor al mensaje salvador, esta fue la obra de Jesús:
salvarnos.
Marcos 1, 40-45 hay un movimiento interesante en este episodio.
-
El leproso (pecador) que era excluido de la
comunidad se acerca a Jesús y le suplica de rodillas, su súplica es una
confianza absoluta en Él, le deja la decisión a Jesús: “si quieres, puedes
limpiarme”.
-
Jesús. El primer dato que da Marcos es que “compadecido”,
es decir lleno de amor, de sentimiento benevolente hacia el leproso, “extiende
la mano y lo tocó”, Jesús no aleja, el reintegra, toca; su palabra es poderosa:
“quiero, queda limpio”.
-
El desenlace. Jesús le ordena no decir nada pero
lo envía al sacerdote para que sirva de testimonio, pero el leproso curado se
va y da testimonio divulgando el hecho, pregonando esta Buena Noticia. La fama
de Jesús se extendió.
La mediación de la Iglesia
Me parece interesante decir una
palabra sobre este tema. El hombre en su impureza, visto como el pecado se
separa de la comunidad, de la Iglesia, pero es ella misma quien lo reintegra,
lo invita a incorporarse de nuevo. El Antiguo Testamento, muestra la mediación
del sacerdote, si bien diferente del sacerdocio de hoy, pero es la medicación
que Dios había dado en ese momento. Pablo, como imitador de Jesús, se siente
impulsado a proponerse como modelo de imitar, mírese bien, imitarlo en su forma
como imita a Cristo y siente un gran celo que todos se salven; todo para gloria
de Dios.
En el Evangelio, Jesús mismo se
muestra respetuoso de las normas y envía al leproso a presentarse al sacerdote;
cuanto más valorará el Señor que se respete al sacerdocio que Él creo con su
vida y ministerio. No hay que despreciar la mediación de la Iglesia, y
especialmente la acción del sacerdote.
Jesús se compadeció, extendió la
mano y tocó al leproso. Hoy el Señor Jesús sigue haciendo las mismas acciones,
a través de la Iglesia siente compasión del pecador, por las manos del
sacerdote se extiende la gracias de Jesús que limpia de la impureza; el alejado
se reintegra a la comunidad, es invitado a proclamar la obra que Dios ha hecho,
se convierte en testigo, en discípulo misionero que anuncia con amor el mensaje
salvador. Usted y yo, como buenos cristianos católicos tenemos la
responsabilidad de hacer que la fama de Jesús se difunda como buen olor por el
mundo entero.
Bendiciones para todos.
P. Jorge Bustamante Mora.
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