V Domingo -Tiempo Ordinario (febrero 4 de 2018)
La fragilidad humana y su noble misión
p. Jorge Bustamante Mora
Salmo 147 (146-147). El salmo tiene 20 versículos con tres “invitaciones”
a alabar al Señor (vv. 1.7.12), lo que origina que se pueda dividir en tres
partes (1-6; 7-11; 12-20). La primera parte, de donde se toma el texto proclamado,
celebra el poder de Dios, su grandeza, su sabiduría, y se le reconoce una serie
de acciones de cercanía para con su obra, Él reconstruye, reúne, sana, venda,
sostiene…etc. Él tiene un conocimiento personal de todo, hasta las estrellas las
conoce por su nombre.
Pablo a los Corintios (1 Co 9,16-19.22-23). Pablo hablando de su
libertad y las renuncias que ha realizado, se presenta como ejemplo para la
comunidad. Él descubrió en la fugacidad de su vida que hay una misión que ha
recibido y ennoblece su existencia: “Predicar,
anunciar el Evangelio” y que su paga no es externa, al contrario su paga
está en conocer cada día más este Evangelio. La misión recibida, el conocimiento
adquirido como paga por su misión y el amor que esto ha generado lo impulsan al
anuncio del Evangelio a todos los hombres, pues su objetivo es claro “ganar algunos, sea como sea, para el
Evangelio”.
El Evangelio, Mc 1, 29-39. El evangelio acerca las dos realidades,
la fugacidad de la vida y la noble misión de servir a Dios. Es necesario ver
los momentos diversos: Jesús frente a la fragilidad humana (vv. 29-34), se muestra
cercano, “se acercó y tomándola de la
mano…” y realiza las acciones de ayuda concreta “curó a muchos” podríamos decir que vemos al Dios descrito en la
oración del Salmo haciendo su obra. En un segundo momento vemos a Jesús en la
dimensión que le da sentido a toda la fragilidad: la oración, el anuncio del
Evangelio, la predicación (vv 35-39).
El ser humano frente a estas realidades
El hombre puede quedarse solo
viendo que la vida es un soplo, lanzando gritos angustiantes frente a la
vulnerabilidad de la vida, desperdiciar su paso “fugaz” por este mundo porque
la vida es un soplo, o puede aprovechar esa fugacidad para descubrir como
Pablo, que hay una misión noble que da sentido a la existencia y se convierte
no solo en misión sino en paga al mismo tiempo y es el Evangelio: predicarlo,
anunciarlo, conocerlo.
El anuncio del evangelio es la
mejor forma de irlo profundizando y comprendiendo mejor, he aquí el secreto de
conocer mejor la Buena Nueva, quizás muchos no profundizan en esta verdad
porque se niegan a ser misioneros, a predicar, a comunicar la Buena Noticia de
la Salvación. La invitación es a predicar, los que se tienen
que quedar callados son los demonios, el mal. Jesús “no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían”. Nosotros los
bautizados no podemos quedarnos callados, tenemos que predicar, anunciar el
Evangelio, invitar al grupo de oración, estudio bíblico o a la Eucaristía; tenemos
que prepararnos para anunciar tanto en casa como fuera de ella. No nos quedemos
callados, gritémosle al mundo que hay una Buena Noticia: Dios nos ama.
Jesús con su presencia y acciones
nos invita a descubrir que podemos servir a los demás, ser cercanos, y ver que
la fragilidad humana va desde una fiebre hasta enfermedades graves pasando por
muchos otros aspectos de la vida, pero esto no es lo importante, la mirada hay
que colocarla en ver que Él, el Señor de la Vida, Jesús pasa dándonos la mano
para que nos pongamos en píe y nos coloquemos en servicio.
Para descubrir la alegría de
servir hay que pasar momentos de soledad con Dios en la oración, es allí donde
descubrimos la voluntad de Dios, comprendemos lo que Dios quiere de nosotros. La
oración fortifica nuestra amistad con Dios y es el momento en que somos
nutridos para ir a los vecinos para que allí también prediquemos, para eso
hemos sido enviados.
La vida es fugaz, pero no se debe
convertir en grito desesperado de su fragilidad, hay que hacerla grito de
salvación, de evangelización, cada uno desde su condición de vida, el casado,
el padre, el soltero… etc. cada uno en su realidad debe ser un gran predicador del amor de Dios.
La vida fugaz pierde su fugacidad y su vulnerabilidad cunado la colocamos al servicio
del Señor.
Con gran amor les envío mi
bendición, Padre Jorge Bustamante
Comentarios
Publicar un comentario