IV Domingo de Adviento - Ciclo B
Temas: Las promesas divinas se cumplen en Jesús; Jesús y la “casa
de David”, Dios y sus promesa de cercanía, las Alianzas, María y su
participación en las alianzas.
2 Samuel 7, 1-5.8-12.14.16, apartes de la profecía de Natán, que se
recoge en tres textos distintos 2Sm 7; 1Cro 17; Salmo 89 (88), con la que se
establece la “Alianza Davídica”. Hay una contraposición entre Dios y el rey
David, que puede significar amado; no será David quien le edifique una casa
(templo), será Dios mismo quien levante una casa (dinastía) a David. Es una
promesa que rebasa la sucesión inmediata y anuncia un descendiente
privilegiado. Hasta el momento, nunca se había hablado de “reino eterno” y no
se había escogido la familia “progenitora del Mesías”, la profecía de Natán
establece estas dos realidades y anuncia una relación directa entre Dios y el
sucesor: Yo seré para él Padre, y él será
para mí, Hijo”. Este mesianismo concretado en la familia de David será tema
fundamental en el desarrollo posterior de la historia de salvación.
Salmo 89 (88) un largo salmo de 53 versículos, un himno al Señor por
sus acciones en la creación y en la historia, intervenciones maravillosa; hace
del tema de la “Alianza Davídica” una verdadera experiencia orante que resalta
el binomio: “amor – lealtad”, constante que identifica las acciones de Dios.
Pablo, en Romanos 16, 25-27, trae una doxología, “fórmula solemne
mediante la cual se alaba a Dios por sus acciones”, y en este caso por la
persona y obra de Jesús, quien siendo el Hijo de Dios, revela el “misterio y
sabiduría” que por siglos había permanecido escondido.
Lc 1, 26-38, el conocido pasaje de la Anunciación, atrayente pasaje sobre María Santísima, pero en el
contexto del hilo conductor de las lecturas de este domingo hay que centrar la
mirada en el cumplimiento de la Alianza Davídica, tema olvidado y poco
acentuado en su profunda riqueza y significado. El narrador atrae la atención
sobre el acontecimiento en el seno de una familia de la “casa de David”; el
ángel en su mensaje precisa que este hijo recibirá el “trono de David su padre”,
y que su reino es “eterno” y que posee una relación directa con Dios. No hay
duda, en Él, en Jesús, se realizan plenamente las características o notas de la
Alianza Davídica, anunciada mil años atrás. Jesús es de la raza y de la casa de
David.
Pasados mil años, la Alianza
Davídica necesita de un sí para ser realidad, es el “SÍ” de una familia de la “casa
de David”: José y María. ¡Cada uno dijo sí! Todo evidencia una nueva Alianza,
fruto del cumplimiento de las promesas, de nuevo una acción maravillosa de Dios
en la historia, es un nuevo pacto de amor iniciado con la irrupción de Dios en la
historia de una joven, de María, su resultado es la presencia de un heredero
privilegiado. Jesús en toda su existencia es fuertemente vinculado con la
dimensión Davídica, nace en Belén, “casa de David”, de su familia, es llamado
con frecuencia “Hijo de David”, fue acogido como “rey heredero de David”.
En Jesús heredero de David, se da
una íntima relación del hombre con Dios, surge ahora la “dinastía” divina, hay
un reino eterno, hay un rey que gobernará para siempre, pero se trata de un
don, de una gracia inaudita, pues esta nueva Alianza se funda en el amor de Dios
que nos hace sus hijos, coherederos de su hijo amado.
La Alianza inaugurada con este
acontecimiento inaudito acerca el hombre a Dios, son innumerables las
expresiones de las lecturas que evidencian esta cercanía: “El Señor está contigo” se le dice a David y a María; “Yo estaré contigo en todas tus empresas”… “te
afirmaré”, “te consolidaré”… “Seré tu padre” “serás mi hijo”, como se dijo
del salmo, es evidente que Dios mantiene su binomio “amor – fidelidad”, todo llama a la Alegría de esta cercanía
amorosa, y como dijo a María nos dice hoy a cada bautizado, a cada uno de sus
hijos: “Alégrate, el Señor está contigo”.
Aunque parezca que todo es un imposible, alégrate, y recuerda que “para Dios no
hay nada imposible”.
¡Feliz Navidad, que Jesús haga
realidad su reinado en medio de nosotros!
P. Jorge Bus-Mora.
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