III Domingo de Adviento - Ciclo B

“La misión del Testigo”

Temas: Misión del Testigo, hombre de Dios, mensajero de la Buena Nueva.

Is 61, 1-2. 10-11. Hay que evidenciar tres aspectos: El tipo de mensaje, una “buena nueva”, se trata de un mensaje de consolación. Los destinatarios, no los menciona de manera exhaustiva, sino indicativa, las categorías de desamparados: pobres, los corazones desgarrados, cautivos, prisioneros. Y el contenido del anuncio: “Año de gracia de Yahvé” ante el cual se expresa una acción de gracias (vv. 10-11) que está caracterizada por gozo, alegría, triunfo, fiesta; es el tiempo del germinar de algo nuevo, está naciendo una nueva realidad.

Salmo, tomado del llamado Magníficat (Lc 1, 46-56), que todo católico debería saberlo de memoria; es la expresión máxima de alabanza dirigida a Dios, salida de los labios de María Santísima. Esta oración combina dos grandes temas: Los pobres y humildes que son socorridos con las acciones divinas de Dios, y el pueblo de Dios (Israel) como objeto del amor y favor de Dios.

Pablo, en su primera carta, Tesalonicenses 5, 16-24, nos insiste en las características que deben marcar la vivencia cristiana en este tiempo de espera de la segunda venida de Jesús, y estas son: alegría, oración constante, avivar los dones dados por Dios, y el discernimiento.

Jn 1, 6-8. 19-28. Presenta el testimonio de Juan el Bautista, el primer “Testigo de Jesús”. El Testigo es un enviado de Dios, testigo de la Luz, que propicia o conduce a la Fe, posee una identidad clara, no permite ambigüedades ni confusiones. ¿Tú quién eres? No es ni el Mesías, ni Elías, y tampoco El Profeta esperado. El testigo no usurpa identidades; ¿Entonces quién eres? “la voz que prepara el camino del Señor”

Adviento camino de espera, hemos recorrido la “Paternidad Divina”, a ser responsables en “Preparar el Camino del Señor, con la vivencia del Bautismo” y en este domingo se nos habla de la Misión del Testigo. No hay que confundir Testigo y Misión. El Testigo será verdaderamente un excelente testigo en la medida que comprenda y sea fiel a la "misión", de lo contrario suplantará la misión para mostrarse él. 

El Testigo es un hombre de Dios, que ha recibido un mensaje de consolación que debe anunciar a todos los hombres, pero especialmente a aquellas categorías más desprotegidas, actualizadas en nuestro hoy: huérfanos, aun teniendo vivos a ambos padres, desempleados,  emigrantes, “habitantes de la calle”, prisioneros del alcohol, la droga, el rencor, el odio…  etc. Hoy más que nunca, cada bautizado debe anunciar el “Año de Gracia de Yahvé”, con la certeza que somos el pueblo objeto del amor y los cuidados de Dios.

El Testigo conduce a la Fe, al encuentro con Jesús, ilumina las realidades oscuras con la Luz de la salvación, su vida está marcada por la alegría, por la oración constante, por un continuo discernimiento para optar siempre por el bien, por lo bueno, saber reconocer los dones de Dios y los aviva, no los destruye.

El Testigo se sabe hijo de Dios, no “suplanta a Dios”, por eso no puede decir “yo pienso”, “yo creo que…”, pues él no está para comunicar sus ideas o pensamientos sino los de Dios. ¿Quién es el Testigo? Todo bautizado, nadie está fuera de esta misión, es tarea del sacerdote, del laico, del agente de pastoral. El Testigo debe tener clara su “identidad” no es necesario “suplantar” identidades, el laico no debe pretender ser como un “remedo de sacerdote” para poder leer o prestar un servicio eclesial, y así mismo el sacerdote para evangelizar bien no necesita hacerse el laico, claridad de identidad; cada uno en su realidad, a su manera propia, es una voz que prepara el camino del Señor. ¡Nada más! ¡Un Testigo así, hace germinar algo nuevo!






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