II Domingo de Adviento: Preparando el Camino del Señor

Preparando el Camino del Señor  

Is 40, 1-5.9-11; Sal 85 (84); 2P 3, 8-14; Mc 1, 1-8.

Seguimos en movimiento para coger al Señor, invitados a conocer y estar en el “Camino” del Señor: anuncio, preparación, realización, y culminación en la Parusía, un camino imparable, en el cual realmente es el Señor mismo quien nos lleva en sus hombros. Jesús es la Buena Nueva, la super noticia, ¡Acojamoslo!  

Elementos para comprender los textos 

Primera Lectura. Los Cap 40-55 de Isaías forman el llamado Libro de la Consolación; inicia con el anuncio de la liberación (Is 40, 1-11), en el cual se pueden reconocer 4 partes: El anuncio de la liberación (vv. 1-2), el camino del Señor en el desierto (vv. 3-5), la consistencia y permanencia de la Palabra de Dios (vv. 6-8) y el anuncio de la llegada del Señor (vv. 9-11). La lectura de este domingo toma tres temas: Liberación, preparación del camino y la llegada del Señor. Todo este anuncio debe producir una consolación, que se da por la forma y el contenido del anuncio; forma: “hablar al corazón” y “proclamar con voz poderosa”; el contenido: anuncio liberador y presencia firme de Dios, “Aquí está su Dios”. He aquí una buena lección de vida evangelizadora: alegría, cercanía, anuncio liberador y hacer presente al Señor, nada más, tarea de todo consagrado es decir de todo bautizado. 

El Salmo. Se ha citado la parte del anuncio profético de la salvación (vv. 9-14) nos muestra una nueva época de amor, de verdad de justicia, de paz; la era “mesiánica” que se visibiliza en un encuentro y que inicia con la presencia de Dios en medio de nosotros.

Pedro, el Primer Papa, nos habla del “Día del Señor”, su segunda venida, la Parusía, que coloca en movimiento de preparación, la paz, y el mantenerse “inmaculados e irreprochables” son ya en el caminar cristiano la forma de seguir preparando el Camino del Señor.  

El Evangelio. Un texto rico en sus partes: Presentación de la Obra de Jesús (v.1), el argumento de cumplimiento profético (vv. 2-3) y la figura de Juan el Bautista (vv. 4-8): su actividad profética y bautismal (4-5), su estilo de vida (6), el anuncio de la llegada de “uno más fuerte y poderoso” (7-8).  

"Que santa y piadosa ha de ser su vida" 

El Adviento nos recuerda que la vida cristiana es un movimiento, es estar en el camino imparable de la esperanza de la segunda venida del Señor; preparando su llegada para que se haga realidad sus promesas: "cielo nuevo y tierra nueva habitada por la justicia"; esta esperanza nos pide un estilo de vida diferente, como dice Pedro: "que santa y piadosa ha de ser su vida". 

La vida del cristiano debe estar marcada por la esperanza, la santidad y la piedad; "procurando que cuando Dios llegue nos encuentre en paz con él, inmaculados e irreprochables". Toda nuestra vida es esperar al Señor, él no tarda, solo desea que "todos se conviertan", usa de paciencia en bien de nuestra conversión, esto es preparar el camino del Señor, en ello se resume la vida santa y de piedad. 

Quienes ya conocemos la Buena nueva del Señor Jesucristo necesitamos de nuevo, cada día,  convertirnos y ser evangelizadores para que otros lo conozcan, como dice Isaías: "alza la voz y grita: Aquí está tu Dios, Mira, el Señor Dios llega con poder y su brazo manda". El anuncio profético manifiesta la misión de ser anunciadores de buenas noticias, portadores de la presencia de Dios. Gozo, anuncio, fuerza, convicción, conversión son algunos rasgos de la Evangelización. Nuestro mensaje es el encuentro con el Dios de la Paz, de la Misericordia, de la verdad, de la justicia; el evangelizador no puede perder de vista esta fuerza transformadora, y recordar día tras día, que pase lo que pase, Dios cumple siempre su promesa. Su paciencia no nos debe desesperar sino animar a la conversión; se trata de una espera que en cada uno tiene sus propios  ritmos y tiempos, y que en la espera colectiva de la humanidad apunta al cumplimiento final de la Parusía. Es tiempo de atender a nuestra responsabilidad, de preparar el camino del Señor.

Preparar el camino del Señor para el cristiano significa aceptar a Jesús, camino que lleva al Padre, camino que se inicia con la conversión, con el bautismo que marca como hijos de Dios. El evangelio nos da cuatro pistas sobre lo que es vivir la conversión en la dimensión cristiana. 
  1. Conocer a Jesús, tener claro cuál es la Buena noticia de Jesús. Es conocerlo a Él y su mensaje, se trata de un encuentro personal con quien Juan presenta como el "más fuerte". Este es el objetivo del Adviento, llevarnos al encuentro con Jesús. 
  2. Aceptar y vivir el bautismo que él ofrece, bautismo distinto al de Juan, como él mismo lo dice. El bautismo de Jesús nos da el Espíritu Santo, nos hace cristianos. Jesús y el Espíritu Santo nos conducen al amor del Padre, el bautismo de Jesús es fundamentalmente Trinitario, nos coloca en relación con las Tres Personas de la Trinidad, así lo determinó cuando él Resucitado lo confió a la Iglesia: "Id pues y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28,19).  
  3. Dejar actuar al Espíritu Santo, don que Jesús nos da y nos marca definitivamente. 
  4. Vivir la conversión permanentemente, de manera que la misión y el estilo de vida coincidan como aconteció con Juan el Bautista. 
Preparar el camino del Señor es vivir a plenitud la riqueza e identidad del Bautismo, pues no es suficiente el papel, la partida de bautismo, es necesaria la vivencia del conjunto de gracias y favores que Dios ha derramado en cada uno de nosotros. Esperar al Señor para nada es estar cruzados de brazos, es estar en movimiento, en conversión o cambio permanente, en camino viviendo y anunciando al Señor. Adviento es responsabilidad misionera, cada bautizado superando el miedo del distanciamiento de la pandemia encuentre la forma y la manera de gritar y anunciar a unos y otros que "aquí está el Señor" y que Él llega con poder y su brazo manda a vivir en paz. ¡Una bendecida segunda semana de Adviento! 

Comentarios

  1. Jesucristo, es el camino la verdad y la vida. Gracias Mamita María por ser el Camino que nos conduce a tu hijo amado.

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